
Si has llegado a este texto y
eres seguidor asiduo de lo que comparto habitualmente en twitter probablemente
no sea nuevo mucho de lo que vas a encontrar pero igualmente te invito a seguir
leyendo. Si por el contrario esta es una visita más fruto de la casualidad o
por la publicación de este articulo en concreto adelantarte lo que voy a tratar
de compartir aquí es una recopilación de material e ideas propias acerca de un
tema que me parece muy interesante y a tener en cuenta sobre todo si hablamos
del futbol base porque es en estas edades donde se pueden inculcar cierto
hábitos positivos para el jugador ya que es más sencillo ellos lo vayan
interiorizando y simultáneamente evitará adquiera vicios difíciles de corregir
más adelante. En este sentido podemos hablar de cuestiones técnicas pero
también tácticas o como pretendemos de “pensar” teniendo presente en todo
momento la necesidad de hacer las cosas o darle al niño los conceptos siempre a
su debido momento y no saltarse etapas porque ese en ocasiones en mi opinión
puede ser uno de los errores más habituales.
En esta línea y coincidiendo en
lo que comenta comparto el siguiente texto extraído del Libro “Así lideras, así
compites” de Patricia Ramírez y en el que colabora Oscar García Junyent, ex
jugador de futbol de Barcelona, Valencia y Espanyol entre otros y técnico por
ejemplo del equipo Juvenil del Barcelona.
Para tratar de evitar poder ser
repetitivo de estas palabras destaco la utilidad y necesidad de lo que llamamos
“futbol de la calle” por lo que le aporta al niño en cuanto a técnica e
imaginación a la hora de afrontar situaciones de juego y por otro lado también
lo que comenta en el último párrafo y esto lo podría tratar de ligar con el
tema de la importancia de que el entrenador tenga capacidades formativas pero
también comunicativas para transmitir al niño como es debido los conceptos en
el proceso y también la gestión del fallo.
Un ejemplo rápido y que percibo
con frecuencia es presencia cada vez más pequeña de esos niños con técnica y
regateadores fruto de ese jugar cada vez menos en la calle o el entrenador que
corta esa acción del juego bien porque abusa del “pasa¡ pasa¡” o el niño por
fallar acaba dejando de intentarlo.
A continuación comparto el
siguiente texto (extraído de “Transición Ataque-Defensa, Autor Manuel Conde)
por la frase subrayada y que utilizo para defender la del entrenador que enseña a pensar.
Este tipo de entrenador le da las
herramientas necesarias al jugador para poder enfrentarse a situaciones del
juego no previstas o suscitará en el jugador la duda y la reflexión que le
lleven a plantear preguntas. Si fabricamos autómatas lo que estaremos haciendo
será crear jugadores preparados para repetir situaciones que ya conocen pero
que estarán desprovistos de conocimientos o esa capacidad para pensar y decidir
por ellos mismo cuando deban enfrentarse a situaciones nuevas. En cambio si el
jugador sabe pensar o conoce las situaciones posibles estará capacitado o al
menos mejor preparado para enfrentarse a ellas.
Un entrenador que enseña a pensar
estará poniendo su gran granito de arena en explotar la inteligencia del
jugador y la formación así de un jugador que se comporte de forma inteligente
en el campo. A mí modo de entender si tuviera que definir al jugador
inteligente nunca podrían faltar dos conceptos como son “comprender el juego” y
“toma de decisiones” y a partir de ellos tratar de desarrollarlo. Jugadores
inteligentes será aquellos que a partir de comprender el juego tomen decisiones
acertadas. Luego está claro que también podremos hablar o tener en cuenta otros
aspectos como si el jugador tiene la técnica necesaria (puede suceder que
decida bien pero ejecute erróneamente) o se encuentra en un entorno adecuado (compañeros
y equipo “ayudan”).

Siempre desde la humildad y
partiendo de mi corta experiencia algo me dice que a día de hoy esa situación de
crear autómatas o de hacer los ejercicios por hacer es bastante habitual así
como la de observar jugadores en Categoría Cadete (es en la que llevo
entrenando tres temporadas) con déficits técnicos que vienen por no haber
insistido antes en edades tempranas. Me refiero aspectos como pueden ser el
dominio del control o el pase pero una que me llama mucho la atención y en la
que personalmente insisto mucho a los chavales es la necesidad de “mirar”,
mirar constantemente pero les insisto en la de saber donde están y lo que
tienen alrededor antes de recibir. Puede parecer una obviedad pero el déficit
al menos en mi equipo es generalizado y el primer paso para que puedan pensar y
decidir es que antes miren. Después ya tendrán tiempo de ejecutar. Y como con
un buen control, si miran antes de recibir estarán ganando tiempo y la
posibilidad de acierto en la siguiente acción será mayor.

Pero “mirar” no basta, mirar
podemos decir que es el gesto, la acción pero además de realizarlo (que no es
poco), el siguiente paso será saber mirar e interpretar la jugada o lo que gira
alrededor y de esta manera ya sea con balón o sin balón ser capaz de tomar
decisiones (colocarse mejor o dar un pase más productivo). Para desarrollar
esto el entrenador deberá ser capaz de identificar en que falla el jugador y a
partir de ahí trabajar para que mejore lo que sea necesario y aquí es donde
vuelve a aparecer ese “enseñar a pensar”.

Para que el jugador sepa en que
fijarse será importante la comprensión del juego y que el jugador entienda y
sepa el porqué de las cosas y los movimientos, el motivo de hacer algo en el
campo en un momento, las alternativas que puede haber y las consecuencias de
cada una. El problema pienso reside en que o bien el entrenador no acostumbra a
incluir esas explicaciones a la hora de realizar las tareas (o en charlas más
individuales) o la forma en que las da no llegan al jugador.

Personalmente pienso en algunos
casos es conveniente aportar al jugador los objetivos del ejercicio así como la
transferencia que tiene al juego real ya que de esta manera sabrá lo que se
busca trabajar y será más probable posteriormente lo aplique. Nuevamente
recurro a un ejemplo sencillo que me ha sucedido en alguna ocasión. Se trata de la situación
en que un ejercicio para mejorar el
control y el pase no está saliendo como desearía a la hora de ejecutar siendo
en algunos casos más por una cuestión de actitud. Llegado ese momento muchas
veces paro el ejercicio y les explico la importancia que tiene y la
transferencia al juego para que de esta manera pongan todos los sentidos en
realizarlo correctamente y a partir de ese momento el ejercicio discurre mejor.
Otro ejemplo ya más avanzado podría ser: Diseñamos un ejercicio en el que
queremos trabajar el pase de seguridad, pues cuando lo hacemos o al finalizar
explicar su transferencia al juego real, sino serán muchos los que actúen más
como autómatas que por comprender realmente cuando se debe realizar y lo que
busca.
Como podéis comprobar este tema
puede dar para hablar ( o reflexionar ) largo y tendido pero para evitar caer
en el texto excesivamente largo voy a ir poniendo final con una situación tal
cual me sucedió en el día de ayer porque creo refleja un problema que puede
suceder con muchos niños y se trata de gestionar o estar atentos a sus miedos,
principalmente dos, el miedo a llevar una patada y el miedo a fallar que en la
práctica se refleja en que le quema el balón en los pies. Esto que ya había
percibido en alguna ocasión lo volví a percibir en boca de uno de los chavales
en la charla que trataba de corregir alguno de los errores del último partido.
En ese “quemar el balón” debido a los miedos además muchas veces podemos
apreciar como tampoco levantan la cabeza y miran las opciones que tienen ya que
en ese afán por deshacerse de él olvidan llevar a cabo este primer paso.
Considero es un tema en el que
prácticamente todo aquel que se dedique o le guste entrenar puede opinar o
aportar algún tipo de experiencia o situación vivida así que si has llegado
hasta aquí aprovecho para invitarte a ello así como a compartirlo si el texto
ha sido de tu agrado.