Hoy quiero compartir un post diferente.
No suelo plasmar o publicar sobre experiencias personales pero hoy haré una excepción
que se hace necesaria para poneros en situación para hablar de un tema que me parece
interesante y útil para los que a veces me leéis.
En estas fechas, aumentan los
equipos de base que quieren “probar” jugadores. Pero lo que voy a tratar de
explicar sucede también en los principios de temporada.
Ayer acudí un entrenamiento de este tipo en mi club donde
al grupo habitual de infantiles se sumaban jugadores. Mi labor era un poco
echar una mano y a la vez aprovechar para verlos. Pues bien, durante una de las
tareas propuestas observé como un joven jugador (alevín de segundo año para ser
más precisos) teniendo condiciones y cualidades estaba apareciendo poco por llamarlo de alguna manera. El niño era el
más pequeño de todo el grupo pero apostaría a decir que de los veintitantos
chavales era de los que más fútbol tenía en sus piernas y su cabeza. Era uno de
esos que como comento venía a probar.
El niño como digo, “aparecía poco” y entre tarea y tarea decidí acercarme y decirle algo tan simple y
sencillo a priori como un “Pídela. Juega
como si llevaras aquí todo el año”. A veces debemos tener presente lo que
es para un niño llegar a jugar (entrenar) a un grupo donde no conoce a nadie ni
donde nadie lo conoce. Tampoco sabemos que idea o mensaje trae de casa y qué
importancia le da a ese entrenamiento. Con esto quiero decir que estos factores
externos o psicológicos pueden influir
mucho en que el niño pueda expresar el fútbol que lleva dentro. Son factores
que en cierta medida podemos tratar de controlar o atenuar y al menos facilitar(le) las cosas poniendo de
nuestra parte.
En esas situaciones personalmente
recomiendo prestar especial atención durante las tareas o partidillos para ver
si el niño la pide o esta cohibido y también fijarse en si se la pasan ( Puede suceder
que los compañeros no se la pasen por no conocerlo o incluso ver “peligrar” su
puesto).
Mi último consejo para evitar
estas situaciones y en función de cómo se vaya a desarrollar el entrenamiento o
el número de niños que entrenan por primera vez con el grupo valoraría tener
alguna pequeña charla individual o grupal con los habituales y explicarles algo
tan sencillo como presentar a los jugadores nuevos (sepan su nombre) y que los traten como les gustaría ser tratados si llegan a un equipo
en donde no conocen a nadie.
Por último y ya para acabar
aunque pueda resultar una evidencia recordar que en algunos casos y en parte
por el motivo que acabo de explicar hará falta más de un entrenamiento o un
simple partido para valorar el nivel o potencial de un niño (jugador).
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